CAPÍTULO I
En la pista del circuito de Nürburgring, 1 AM Martes 19 de Agosto de 1969
¡QUIÉN ME HA VISTO Y QUIÉN ME VE!
por CARMELO GALBATO —¿Qué tal, Juan? Está todo fenómeno. El auto anda bien. Estoy listo...
—Tené cuidado, hermano; en las primeras vueltas andá con prudencia... ¡A ver si te sale alguno indiando...! Tratá de salir de los amontonamientos. Vas a encontrar muchos. Mejor es esperar, dejar que se forme la fila india y después vas a encontrar el puesto más fácil... Yo te voy a ir señalando...
—Gracias Juan— le respondí. Estate tranquilo, que no vamos a hacer pavadas. Y... ¡Gracias, Juan! Gracias por todo.
Era tiempo de subir al auto. Me acomodé en el asiento y ajusté el cinturón de seguridad. Luego probé las luces. Primero las de posición. Regulé la intensidad de las del tablero, con el reóstato. Después, los faros cortos y luego probé el cambio de luces. Las largas con los faros de yodo. Todo bien. El motor había bajado un poco su temperatura, y la aguja del termómetro marcaba el intermedio entre 70 y 80 grados. Comencé a sentir que los motores se ponían en marcha. Un comisario de pista, esgrimiendo una bandera, me hizo señas. El burro de arranque obedeció al impulso y el motor se puso en marcha. Lo aceleré, despacio, mirando la aguja que indica la presión de aceite. Cuando marcó 5 Kg. abaniqué un poco el acelerador. ¡Qué lindo suena el Torino!
A mi izquierda, el Nº 2. En el otro extremo de la pista, aunque no lo veía, sentía la presencia del Nº 3.
Del lado de los boxes —a mi derecha— un pequeño, abigarrado grupo, condensaba la esperanza de quienes creyeron. Lo distingo a Berta, con su campera Bosch —amarillo rabioso— y al rojo y el azul de las Fric-Rot, que lucen pilotos y mecánicos. Más arriba, sobre nuestros boxes, hay un improvisado palco. Carpinteros alemanes trabajaron midiendo, serruchando, clavando, ensamblando, para que una cabina de transmisión alojara, durante la totalidad de las 84 horas que durará la carrera, a la representación que APRA designó para transmitir desde Nürburgring.
Los veo agitados, nerviosos, pero ya hechos a las circunstancias y al lugar. ¡Qué diferencia con aquellos 22 hombres que llegaron al filo de la medianoche, cansados, hambrientos, desubicados...! Recuerdo que estaba todo cerrado, y no había posibilidad de hacerlos comer en el hotel. Entonces se me ocurrió llevarlos a una cervecería muy típica donde, a veces, con Lino de las Heras, nos “dábamos” con los chopp y con los recuerdos del viejo TC. ¡Se armó la gorda! No sólo se armó con “la gorda”, que era la dueña, sino también un lío bárbaro. Claro: éramos 24 personas, que caíamos de improviso... Una invasión como no la recordaba la comarca desde que Atila, cuando cayó con los hunos, no dejó ni una brizna de pasto para los “otros”... ¡Más o menos sucedió lo mismo! La gorda no quería saber nada, pero yo le decía ij libe dij, que seguro no se escribe así, pero suena más o menos así y quiere decir “yo te quiero, gordita” y entonces ella se reía. Yo le hice señas de “hambre” y “tomar cerveza”. Como no tenía nadie que hiciera nada, porque todo en Alemania cierra muy temprano, nosotros mismos fuimos a la cocina y armamos un desparramo bárbaro ¡Quedamos de los más amigos! Y todo el mundo se mataba de risa porque, al despedirnos, yo le decía “Oxidensen” y “gute nag” y qué se yo... y todos me cargaban y decían que la gordita “estaba conmigo”...
¡Relampaguea...! ¡A ver si se viene de lluvia! ¿Cuánto falta...? Apenas un minuto. ¿Largarán en tiempo, aquí, en Alemania? Me parece que sí... ¡Todo el mundo afuera! Bueno, Carmelo, éste es el momento que tanto esperaste... ¡Qué piña me di con el Renault...! Y luego la serie de “idas afuera” con los Torino... ¡Qué suerte bárbara! Y qué trabajo el de los muchachos... Este auto lo han hecho de nuevo... ¡la banana! Lindo nombre le fueron a buscar... Bueno... ¡ahora sí! Primera puesta. Hay que largar tranquilo. ¡Ocho segundos! El motor a tres-lucas-vueltas... ¡Cuatro! La primera curva va a ser un embudo... ¡Dos...! ¡Uno...! ¡Vamos! ¡Quién te ha visto y quién te ve, Carmelo...! ¡Largaste las 84 horas de Nürburgring!...
A estos enloquecidos más vale dejarlos pasar. ¡Allí van los Porsche...! Menos mal que el circuito lo tenemos “remanyado”. Lo recuerdo todo, así que no importa el tráfico. Por afuera o por adentro... ¡Je! Se tiene bien “la banana”... En la recta, ahora, lo siento un poco raro, como si quisiera “retobarse”. Pero... cuando se apoya, dobla bien... Esos se apuran demasiado... total... aunque des más de 9 vueltas, de aquí a las cuatro de la mañana, sólo te computan esas nueve... El asunto es entrar en la décima vuelta, digamos, como a las cuatro y un segundo... A ver...: si hago 9 vueltas en 15 minutos cada uno, son... Diez por nueve, noventa, y cinco por nueve, cuarenta y cinco, más los noventa, da ciento treinta y cinco... Son dos horas y cuarto... Se puede andar bien y despacio. Como para que aquellos que no dominan el circuito se vayan poniendo en onda. Como para los que largaron nervioso, se les pase... Fangio nos dijo girar en 18 minutos, para que nos sobre margen, por cualquier cosa... ¡Esta es la recta trasera y... allí están, arriba, todos los muchachos!
Voy... ¡quinto! Esta bien. El gasto comienza más tarde. Al final de la recta, curva a la izquierda —en tercera— y luego tener cuidado con el puentecito... ¡hay un salto feo!
El que hizo este circuito le tenía una bronca a la humanidad...
¿Y los Fórmula 1, cuando andan a fondo, en una carrera “tirada”, de dos horas y media o tres horas...? ¡Por entre los precipicios y los árboles...! Después decimos que nosotros somos genios... ¿Y los europeos qué son? ¿Verdurita? Aunque, por lo que hemos visto hasta ahora, en categoría Turismo, no le tenemos que tener miedo a nadie. Ni a los autos, ni a los pilotos. Ellos tendrán una escuela bárbara, pero la del TC tampoco es mala... ¡aunque a mi siempre me gustó la pista!
¿Te acordás de la vieja cupé colorada...? Cuando salía en el autódromo, en el viejo circuito 1, era cosa seria. ¡Había que bajarle el tiempo a Carmelo! Y eso que no podía bajar de 1’20” ni empujándola... Y ahora, mi viejo, anduviste en 13 minutos y segundos en Nürburgring... ¿Qué tal...? Es más o menos el tiempo del ganador del año pasado... ¡Eh... Carmelo viejo! ¡Quién te ha visto y quien te ve!