CAPÍTULO X
En el circuito, a las 42 horas de haber comenzado la carrera.
PASAMOS LA MITAD Y... ¡VAMOS EN PUNTA!
por EDUARDO COPELLO
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¡Esto es muy bueno...! Si ese auto mantiene mi ritmo, se va a hacer más fácil andar en el agua. ¡Si casi voy sobre piso seco...! Pero no... afloja... Mejor pasarlo. Bajo el agua, me dijeron Fangio y Berta, no bajar de 14 minutos y medio. En la última vuelta me marcaron justo eso... ¿será mejor viajar en 15? ¡Y ahora el que no se despega es el que pasé...! Era Tony Fall, el del Lancia. Claro... ¡me está haciendo el mismo jueguito que yo intenté! Me imagino que debe andar lo más descansado, como por sobre dos rieles. Con los neumáticos anchos que usamos nosotros, el asfalto detrás de mí debe quedar seco como si le pasaran una plancha.
Esta parte está más seca. Aquí ha llovido menos. ¡Qué circuito sensacional...! Yo no creo que sea tan difícil, como dicen, sino —más bien— difícil de retenerlo. Lo menos, pero lo menos, hacen falta unas 20 vueltas para acordarse de tomar las referencias... No... ¡si no es nada sencillo! Lo que es una verdadera picardía es que no tengamos un circuito como éste en la Argentina... ¡Con los lugares que hay! Se podría hacer sin mucho problema. En Córdoba mismo; en La Cumbre hay una parte que es muy parecida a esto. Habría que hablar con alguien... no sé... Pero vale la pena intentarlo.
Lo que no permite este circuito es ninguna distracción. Hay que mantener la concentración en todo momento porque, sino, al menor descuido... ¡te vas afuera! Además, en una carrera como ésta hay que fabricarse una política y mantenerse dentro de ella. Nosotros, es decir Larry, Cacho Franco y yo, conversamos mucho. Luego hablamos con Berta.
Nuestra idea era cuidar los frenos a muerte. Tratar de que aguantaran, sin cambiar pastillas, durante toda la carrera. Aunque en las últimas horas anduviéramos muy pobres. Berta coincidió y, con Fangio, decidieron que giráramos entre 13 minutos y 13 minutos y medio, durante el día y en seco. De noche y bajo la lluvia aumentar un minuto el ritmo de marcha.
¡Y qué lluvia! Fue el momento más difícil de todo lo que va de la carrera. Fangio estaba preocupado. Después, me dijo:
—¿Sabés una cosa, hermano? Tuve miedo que el agua nos sacara afuera los tres autos.
No era para menos. Hubo algunos autos que no pudieron completar la vuelta en los 24 minutos que otorga el reglamento, durante el diluvio. ¡Qué tensión!
Pero la carrera, en sí, no la siento. Además tengo la suerte de poder descansar bien. En cuanto me bajo del auto doy las novedades y... ¡a la cama! Y duermo como un bendito. ¡Una que me gustó fue la tiradita que hicimos con los Porsche y el Ford Capri...! Sin embargo, yo, que creí que en zonas trabadas nos iban a sacar ventaja, me llevé una buena sorpresa. ¡Nada de eso! Además, y es absoluta verdad, en muchos momentos tuve que levantar el pie para no llevármelos por delante. También es verdad que esos autos tenían algo más de velocidad que los nuestros. Aunque algunos puedan no creerlo, es así. El Torino se defendió, como toro bravo que es, en la zona más difícil: en el trabado. La verdad es que yo lo conozco tanto que, para mí, es como si pesara mucho menos y fuera un auto más chico. Pero el Torino, a medida que la velocidad aumenta, se hace más liviano, más maniobrable. Y conste que tenemos las patonas también adelante, que lo hacen algo más pesado de llevar.
¡Qué lindo equipo hemos hecho con Larry y con Franco. Todo el grupo es extraordinario pero, entre nosotros, entre los tres pilotos de este auto, ha nacido “algo”. Una especie de confianza mutua que es muy importante. Bueno... Larry tiene años de esto y todos conocemos lo que es capaz de hacer y el temperamento que tiene. Pero “Cacho” me resultó un tipo extraordinario, un compañero de excepción. Y con más modestia que la que justifican sus propias cualidades. Y su habilidad. Cuando dimos vueltas juntos, durante los entrenamientos, preguntaba esto o aquello y me dio la impresión que, en su cabeza, anotaba cada respuesta como si lo hiciera en una libreta. Además de veloz, es seguro. Y tranquilo. Son cualidades que hacen a una personalidad definida en un piloto. Y eso también cuenta.
Lo que fue sensacional y me sirvió muchísimo fue mi primera vuelta al circuito.
Oreste Berta se sentó detrás del volante y me dijo “Vení que te lo muestro”. Claro, él ya lo conocía y salió rápido. En ritmo de carrera. Yo, que lo sé un hombre responsable y que maneja a la par de cualquiera, tuve absoluta confianza en lo que estaba haciendo. Pero el circuito me impactó. Y la experiencia fue tremendamente útil, porque no es lo mismo conocer Nürburgring arriba de un auto de paseo, andando despacio, que tener la primera impresión a ritmo de carrera. De ese momento en adelante tuve confianza absoluta en que, más allá de andar bien, quizá pudiéramos ganar. Pero la primera impresión es que este circuito es... ¡un loquero de curvas!
¡Qué bien anda el auto! Me hace recordar a los primeros Torino que corrieron en TC. En San Pedro. Estos están un poco más pesados y los motores con algo menos de potencia... creo yo... pero básicamente son lo mismo ¡Qué bueno! Corriendo en Europa, en Nürburgring, en una competencia de la importancia de ésta y... ¡en Turismo Carretera!
De lo que estoy seguro es que, así, el motor no se rompe ni en broma. ¡Qué 84 horas...! 84 días podríamos seguir corriendo si fuera por el motor... Sólo en la recta final el tacómetro trepa un poco. Y lo hace nada más que hasta las 4.800 o un poquito más, a veces hasta las 5.000 rpm. Así, el motor se mata de risa...
¿Cómo andarán los “cucos”? La verdad es que nos estamos acostumbrando a ir primeros... Pero, para mí, los Lancia y el Ford Capri son los enemigos. Después, los Mazda.
¿Qué dirán en Buenos aires...? ¿Y en Córdoba?
¡Les estamos corriendo a las mejores marcas del mundo con un auto argentino! ¡Y vamos en punta! ¿Y ésto ya no es el comienzo... van... 42 horas y pico de carrera... Pasamos la mitad... Hemos comenzado la segunda parte... ¡y vamos en punta!
Esto puede ser la punta del ovillo... Tanto vivir entre complejos y “cucos” favoreció un aislacionismo que, hasta este momento, no produjo nada.
Ahora estoy seguro que estamos, también, para otras cosas. Tanto en lo que hace a autos, como en lo que se refiere a pilotos. No quedará muy elegante que yo diga esto, pero no deja de ser la verdad: creo que en pilotos tampoco tenemos nada que envidiar.
Y si es así... si las condiciones están dadas... si lo estamos demostrando... ¿será muy aventurado pensar en otras carreras? ¡Bajá el régimen Eduardo...! Recién hemos entrado en la segunda parte de las 84 horas y ya pensás en otra carrera...! Pero... ¡¿cómo no lo voy a pensar? En Europa hay un calendario sensacional para la categoría Turismo... Están las 24 horas de Spa-Francochamps... Una carrera brava, de curvas muy veloces, de promedios altos... ¡Sería tan lindo! Esa y otras. Había una de 1.000 km. en... ¿dónde eran los 1.000 km...? Sí... los 1.000 km. de París. Es cuestión de pensarla bien para el año que viene. Las 84 horas, de nuevo... ¡por muerte! Y también alguna más corta, más tirada. También quizá algunos de los Rally bravos... como la copa de los Alpes... no sé... en Rally nos tienen que llevar ventaja. Por nuestra inexperiencia. Pero para “improvisar” en un camino cualquiera... ¡difícil que nos ganen! Lo que no debemos hacer es “pararnos”. Ahora que encontramos el camino hay que seguir. Seguir adelante.
¿En qué somos menos...? Ni en organización, ni en equipo, ni en apoyo técnico. No somos más que nadie, pero tampoco menos que ninguno...
Aunque nos quedemos ahora, lo que vinimos a demostrar ya está logrado. Además, nos hemos lo hemos demostrado a nosotros mismos.. Y eso... ¿no es lo más importante?
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se cumplieron 45 años de la llamada Hazaña de Nürburgring, la epopeya de tres Torino 380W argentinos en una competencia de 84 horas en Alemania, en 1969. Y conmemoramos la fecha de esta manera.
El mes pasado también te contamos del reencuentro que se producirá en noviembre, con los tres Torino en Bariloche. Y sobre la polémica que existe acerca de la gran cantidad de réplicas de estos Torino, con propietarios que dicen tener en su poder un auto original, que no siempre lo es.
El auto que ves acá es una réplica. Algunas de estas fotos fueron publicadas en la última edición de la revista AutoBild Argentina. Fueron tomadas por su editor periodístico, Sebastián Ramos, quien gentilmente las compartió con Autoblog.
Pero no es una copia más de los Torino de Nürburgring. Es una coupé intervenida por Oreste Berta, en su Fortaleza de Alta Gracia. Y la hizo a pedido del santafecino Horacio Pagani, padre de los Zonda y Huayra.
Pagani fue discípulo de Berta en su juventud. Y consiguió sus primeros trabajos en Europa gracias a las cartas de recomendación de Oreste y Juan Manuel Fangio.
Fangio y Berta fueron los artífices de la Hazaña de Nürburgring. Por lo tanto, a nadie debe sorprender que Pagani admire como pocos la proeza del ’69.
Así fue cómo Pagani le pidió a Berta un favor insólito: que le construyera una réplica oficial de un Torino de Nürburgring, sobre la base de una coupé 380W.
Se trata de una imitación de la Número 3, que terminó la competencia en cuarto lugar, conducida por Copello, Franco y Larry. La original se guarda en el Museo Fangio de Balcarce.
Pero este ejemplar replica hasta los mínimos detalles, incluyendo las bolsitas colgadas en las plazas traseras, con los repuestos que pudieran llegar a necesitar los pilotos que giraron durante tres días y medio sobre el circuito de 22 kilómetros.
Sólo una persona podía recordar el auto con tanta minuciosidad: el mismo que los fabricó originalmente, Berta.
Y sólo un apasionado y obsesivo por los detalles podía llegar a valorar la réplica como corresponde: Pagani.
El Torino pronto viajará a Italia, a reunirse con su propietario. Tal vez algún día lo veamos a Horacio en ojotas y malla, haciendo lo que más le gusta hacer con los autos.
I
http://autoblog.com.ar/2014/08/el-torin ... -a-pagani/