Salí con destino a Mendoza, cordillera de los Andes, para llegar a Los Penitentes, Puente del Inca, Las Cuevas, Cristo Redentor, pasando por Potrerillos y el valle de Uspallata.
Tenía previsto salir el domingo 05 de octubre, solo con “la colorada” porque “la morocha” no quiso ser de la partida.
Pero el día domingo se presentó muy lluvioso y por lo tanto decidí salir al día siguiente, fue una muy buena decisión dado que el lunes amaneció totalmente despejado, aunque frio.
La primera etapa del viaje fue Laboulaye (Córdoba), a unos 492 Km de CABA, donde ya tenía reservado el hotel para descansar esa noche y partir temprano al otro día hacia Mendoza. Dicha etapa fue muy buena, la moto anduvo excelente, y me acompañó pleno sol todo el viaje, aunque muy frio y ventoso.
Así, el martes, a las 07 hs, partí desde Laboulaye con destino a la ciudad de Mendoza, debiendo recorrer 554 Kms. Arribé a la ciudad de Mendoza a las 14 hs. Esa etapa fue muy linda no solo por los paisajes, sino por los aromas de las plantas y flores del camino, especialmente en la zona de San Luis.
En esta etapa tuve un error de cálculo con las estaciones de servicio, dado que si bien en mi hoja de ruta tenía programado cargar nafta cada 100 km, aproximadamente, cuando salí de Villa Mercedes (San Luis) con tanque lleno pensé en cargar en una próxima parada prevista pero la estación de servicio no aparecía en la ruta. Tendría que haber salido de la ruta y entrado a la ciudad de San Luis pero seguí de largo por la ruta 7. Pasaban los kms y nada. Pasé por un recordatorio de la Difunta Correa, donde había acumuladas una gran cantidad de botellas de agua, y recordé la anécdota de Fredy, pero lo que yo necesitaba era “nafta”. La próxima estación en la ruta era en La Dormida, a 250 Km de Villa Mercedes. Si bien me estaba gastando un promedio de 5 litros cada 100 km, dudaba que pudiera llegar. Esa incertidumbre contrastó con la belleza de ese tramo. Pero lo que más bronca me daba es que llevaba un bidón de 5 litros, vacio, para utilizarlo cuando subiera a la Cordillera.
Al llegar a un control policial les manifesté que necesitaba nafta y me indicaron una casucha cercana donde me vendieron 5 litros, por supuesto al doble del valor, pero ya recuperada la tranquilidad, llegué a la ciudad de Mendoza, me instalé en el hotel, salí a almorzar y recorrí los alrededores.
Al día siguiente partí temprano con destino a la Cordillera de los Andes. El día se presentaba totalmente despejado, aunque frio. El camino hacia la alta montaña es realmente maravilloso, ya lo había hecho varias veces en auto, y en diciembre del año pasado, crucé la Cordillera a caballo, por el paso del Portillo, pero en moto nunca lo había hecho y fue una experiencia totalmente distinta, digna de vivirse, donde uno forma parte de ese hermoso paisaje. Ver los distintos colores de la montaña, el torrentoso cause del rio Mendoza, los túneles, etc., es maravilloso y difícil de describir. Me deleité cortando curvas y contracurvas, y más curvas, en subida y bajada, cambios , rebajas y más cambios de marcha.
Cuando llegué al valle de Uspallata, a unos 100 Km de la ciudad de Mendoza, cargué el bidón de nafta, dado que la próxima estación de servicio está en Chile
La colorada se portó “excelente”. No sabía cómo iba a responder en la altura, pero respondía de maravillas y me consumió menos nafta de lo previsto así que no necesite utilizar el bidón.
Pero mientras ascendía la montaña, el viento era cada vez más fuerte, en un momento me alcanzó un grupo de ocho motos de brasileños que iban a Chile, con autos de apoyo, yo los acompañé un buen tramo, hasta que en un momento el viento, en una curva, me desplazó la rueda trasera unos diez centímetros aproximadamente. Allí aflojé la marcha y me quedé atrás, pero al poco de andar encontré nuevamente a los brasileños que también habían disminuido la marcha. Llegamos juntos a Los Penitentes, nos sacamos fotos, filmamos y seguimos juntos hasta Puente del Inca.
Allí el viento iba cada vez más en aumento y decidí bajar de la montaña antes que las cosas se agravaran, los golpes de viento eran muy fuertes,como explosiones, creo que si hubiera tenido parabrisas lo hubiera roto, y el mayor problema era cuando el viento venía de costado, en los túneles se formaban como torbellinos que le ocasionaban una inestabilidad rara a la moto, además estaba el peligro de los desprendimientos de piedras.
Al bajar, y estar ya en Potrerillos, se veía que el clima en la cumbre había cambiado, y el cielo diáfano se estaba tornando gris. Allí almorcé, luego pase por algunas bodegas, y después volví al hotel, habiendo recorrido unos 470 km, aproximadamente.
El jueves, en la ciudad de Mendoza, visité el Challao, el Cerro de la Gloria, el parque San Martin, el parque central, y a la noche, después de cenar, comencé a preparar el equipaje para emprender el regreso, el día viernes hacia Laboulaye y, finalmente llegue a casa el sábado a las 14 horas, luego de un muy buen viaje, acompañado por la fiel “colorada” que se porto de diez, y se las bancó todas.
Disculpen si el relato fue un poco largo pero es apenas una muestra de la experiencia vivida. Saludos Luis.
Tenía previsto salir el domingo 05 de octubre, solo con “la colorada” porque “la morocha” no quiso ser de la partida.
Pero el día domingo se presentó muy lluvioso y por lo tanto decidí salir al día siguiente, fue una muy buena decisión dado que el lunes amaneció totalmente despejado, aunque frio.
La primera etapa del viaje fue Laboulaye (Córdoba), a unos 492 Km de CABA, donde ya tenía reservado el hotel para descansar esa noche y partir temprano al otro día hacia Mendoza. Dicha etapa fue muy buena, la moto anduvo excelente, y me acompañó pleno sol todo el viaje, aunque muy frio y ventoso.
Así, el martes, a las 07 hs, partí desde Laboulaye con destino a la ciudad de Mendoza, debiendo recorrer 554 Kms. Arribé a la ciudad de Mendoza a las 14 hs. Esa etapa fue muy linda no solo por los paisajes, sino por los aromas de las plantas y flores del camino, especialmente en la zona de San Luis.
En esta etapa tuve un error de cálculo con las estaciones de servicio, dado que si bien en mi hoja de ruta tenía programado cargar nafta cada 100 km, aproximadamente, cuando salí de Villa Mercedes (San Luis) con tanque lleno pensé en cargar en una próxima parada prevista pero la estación de servicio no aparecía en la ruta. Tendría que haber salido de la ruta y entrado a la ciudad de San Luis pero seguí de largo por la ruta 7. Pasaban los kms y nada. Pasé por un recordatorio de la Difunta Correa, donde había acumuladas una gran cantidad de botellas de agua, y recordé la anécdota de Fredy, pero lo que yo necesitaba era “nafta”. La próxima estación en la ruta era en La Dormida, a 250 Km de Villa Mercedes. Si bien me estaba gastando un promedio de 5 litros cada 100 km, dudaba que pudiera llegar. Esa incertidumbre contrastó con la belleza de ese tramo. Pero lo que más bronca me daba es que llevaba un bidón de 5 litros, vacio, para utilizarlo cuando subiera a la Cordillera.
Al llegar a un control policial les manifesté que necesitaba nafta y me indicaron una casucha cercana donde me vendieron 5 litros, por supuesto al doble del valor, pero ya recuperada la tranquilidad, llegué a la ciudad de Mendoza, me instalé en el hotel, salí a almorzar y recorrí los alrededores.
Al día siguiente partí temprano con destino a la Cordillera de los Andes. El día se presentaba totalmente despejado, aunque frio. El camino hacia la alta montaña es realmente maravilloso, ya lo había hecho varias veces en auto, y en diciembre del año pasado, crucé la Cordillera a caballo, por el paso del Portillo, pero en moto nunca lo había hecho y fue una experiencia totalmente distinta, digna de vivirse, donde uno forma parte de ese hermoso paisaje. Ver los distintos colores de la montaña, el torrentoso cause del rio Mendoza, los túneles, etc., es maravilloso y difícil de describir. Me deleité cortando curvas y contracurvas, y más curvas, en subida y bajada, cambios , rebajas y más cambios de marcha.
Cuando llegué al valle de Uspallata, a unos 100 Km de la ciudad de Mendoza, cargué el bidón de nafta, dado que la próxima estación de servicio está en Chile
La colorada se portó “excelente”. No sabía cómo iba a responder en la altura, pero respondía de maravillas y me consumió menos nafta de lo previsto así que no necesite utilizar el bidón.
Pero mientras ascendía la montaña, el viento era cada vez más fuerte, en un momento me alcanzó un grupo de ocho motos de brasileños que iban a Chile, con autos de apoyo, yo los acompañé un buen tramo, hasta que en un momento el viento, en una curva, me desplazó la rueda trasera unos diez centímetros aproximadamente. Allí aflojé la marcha y me quedé atrás, pero al poco de andar encontré nuevamente a los brasileños que también habían disminuido la marcha. Llegamos juntos a Los Penitentes, nos sacamos fotos, filmamos y seguimos juntos hasta Puente del Inca.
Allí el viento iba cada vez más en aumento y decidí bajar de la montaña antes que las cosas se agravaran, los golpes de viento eran muy fuertes,como explosiones, creo que si hubiera tenido parabrisas lo hubiera roto, y el mayor problema era cuando el viento venía de costado, en los túneles se formaban como torbellinos que le ocasionaban una inestabilidad rara a la moto, además estaba el peligro de los desprendimientos de piedras.
Al bajar, y estar ya en Potrerillos, se veía que el clima en la cumbre había cambiado, y el cielo diáfano se estaba tornando gris. Allí almorcé, luego pase por algunas bodegas, y después volví al hotel, habiendo recorrido unos 470 km, aproximadamente.
El jueves, en la ciudad de Mendoza, visité el Challao, el Cerro de la Gloria, el parque San Martin, el parque central, y a la noche, después de cenar, comencé a preparar el equipaje para emprender el regreso, el día viernes hacia Laboulaye y, finalmente llegue a casa el sábado a las 14 horas, luego de un muy buen viaje, acompañado por la fiel “colorada” que se porto de diez, y se las bancó todas.
Disculpen si el relato fue un poco largo pero es apenas una muestra de la experiencia vivida. Saludos Luis.